Mertxe y Mª José García
Hermanas. Vitoria-Gasteiz
Tener hermanos nos ayuda a encontrar nuestro lugar en el mundo, nos enseña que la vida al compartirla con otras personas se convierte en un debate constante donde la mayor victoria es aprender a convivir.
Así fue durante un tiempo la afable vida de Mertxe y su hermana pequeña Marijose, con discapacidad intelectual. Vecinas de habitación, compartían confidencias y discutían por ganar su espacio, a un tiempo. La vida para ellas era eso que pasaba entre pulsos y afectos de hermanas.
“Marijose y yo vivíamos con nuestros padres. Compartíamos habitación como la mayoría de los hermanos. Pero, de repente, cuando murieron nuestros padres, eso cambia. Tenemos que cambiar nuestro modo de vida. Marijose ya no vive conmigo. Y el paradigma de la relación también cambia. Ya no es mi hermana simplemente, con lo cual me convierto en su tutora”, recuerda Mertxe.
Roto el ecosistema familiar, Mertxe tuvo que asumir la tutoría de sus hermanos siendo muy joven. Sin una red familiar cercana, ni vínculos o estabilidad económica, Apdema le brindó los apoyos necesarios para afrontar la nueva realidad y garantizar su futuro y el de sus dos hermanos.
“Acababa de terminar de estudiar pero ni siquiera tenía trabajo. Los últimos años había sido muy compliacos con la enfermedad de mi padre. Yo tenía que empezar a hacer una vida autónoma, buscar trabajo y todas esas cosas y no podía atenderla. Marijose necesitaba una tutela y una atención diaria que yo no podía darle. Se tomó la decisión, apoyada por Apdema, de que fuera a un hogar de grupo. La decisión es dura porque de alguna manera te sientes que la estás traicionando, como despegándote de ella. Pero, al final, fue una decisión muy acertada”, relata Mertxe.
La fortuita separación de su familia y su carácter abierto han convertido a Mari Jose en una persona con unos altos niveles de autonomía y espíritu independiente. Sin embargo, el nuevo rol de Mertxe como tutora cambió la relación de ambas, pasando de hermanas a un trato más propio de madre e hija. Hoy día, su relación es aún más intensa. Mertxe ejerce de confidente, de guía. Y le ha proporcionado a Mari Jose una nueva familia, un nuevo entorno familiar.
Según Mertxe, “a día de hoy, Marijose es una más de la familia. Es mi hija, de alguna manera. Y mi hermana. Es la hija de mi marido. Y es como una hermana para mi hijo. De hecho, en la casa del pueblo tiene su propia habitación. Aunque no vive con nosotros, cuando viene está en casa con nosotros. En nuestro tiempo juntas hacemos muchas cosas, pero lo que más le gusta a Marijose es ir de compras”.