ECOS DE USUARIOS: MI PRIMERA VEZ EN EL ALBERGUE DE GRAÑÓN
La pasada primavera os informábamos que cinco chicas y chicos de APDEMA debutaban como hospitaleros en el Albergue de Grañón. Uno de ellos, Josean Mendibil, nos relata su relata su reciente estancia allí.
Amigos de diferentes nacionalidades, muchas experiencias preciosas y un inoportuno tropezón son algunas de sus vivencias.
MI PRIMERA VEZ EN EL ALBERGUE DE GRAÑON
Como os contamos en el ECOS de junio, este verano cinco autogestores de Apdema van de hospitaleros al albergue de Grañon.
Los cinco teníamos miedo en ir hasta que Anai le convenció a nuestra persona de apoyo (Amalia); y ella nos dijo que fuéramos a verlo para decidirnos. El sábado, 30 de mayo, nos fuimos con ella a verlo y a reunirnos con los responsables.
Para mi este albergue es distinto a los que he estado. Todos los días son diferentes, pasa gente de todo el mundo. Este año es el año de los italianos, ha habido pocos españoles.
Mi trabajo era limpiar una sala donde dormían los peregrinos. La cena la preparábamos entre todos y también poner las mesas.
A las ocho se tocaba la campana y todos escuchaban lo que decían los hospitaleros en varios idiomas.
Primero nos presentábamos los hospitaleros, después dábamos las gracias y por ultimo bendecíamos la mesa a ritmo de rat (dando palmas y cantando).
Cenábamos y venía lo divertido porque para fregar cogíamos cuatro baldes grandes dos con agua fría y dos con caliente. Unos fregaban, otros aclaraban y otros secaban así se terminaba rápido.
Después de recoger teníamos una reflexión. Iba el que quería. En la reflexión yo he visto a gente joven llorar porque se emocionó.
Uno de los días tuvimos a un matrimonio que eran franceses y que tenían dos burros. A las mañanas los peregrinos nos daban dos besos para despedirse. Hubo peregrinos que se quedaron un par de días y nos ayudaban a limpiar.
Mis compañeros se llamaban Santiago y su mujer Marisa que eran de Cádiz luego Roberta y su hija que eran de Milán. Los cuatro eran estupendos. Todos los días hacíamos “momento hospitalero”. Eso era tomar algo por el pueblo.
El domingo el cura Don Jesús nos dijo para que fuéramos a Carrasquedo a comer patatas con chorizo y con carne. Fuimos con dos cazuelas y las comimos en el albergue.
Ahora vienen todas mis aventuras en el albergue: primero una noche, después de cenar, salí a ver que orquesta que había. Con tan mala suerte que me caí, pero no dije nada hasta el día siguiente. Les dije que me dolía el costado y el lunes me llevaron al médico de Grañón. Él me mando bajar a Santo Domingo de la Calzada a hacerme una placa. Me llevó don Jesús.
El martes fuimos a ver el resultado y tenía una costilla rota, también la rodilla la tenía morada, pero no le dio importancia.
Mis compañeros me dijeron que mejor que me fuera el martes. Llamé a mi familia para que fueran a buscarme.
A la hora de despedirme cogí una llorera, no me quería ir, no me puedo olvidar de Ernesto que es el del otro albergue y tampoco de la panadera del pueblo, Susana.
La pena que tengo es el no haber ido antes a Grañón, es otro mundo nada que ver con Astorga.
Animo a mis compis, los que vais a Nájera, a probar Grañón. Os dejo con unas fotos. Todos hemos venido encantados: Laura, Josean Baroja, Iñaki ,Conchi y yo.
Gracias a Anai por confiar en nosotros
JOSEAN MENDIBIL